jueves, 16 de septiembre de 2010

El Itinerario de la Sidra


Los secretos de la sidra


Feve pone en marcha el último fin de semana de septiembre una nuevo propuesta turística denominada “El Itinerario de la Sidra”. Son viajes de un día de duración a bordo del tren “Estrella del Cantábrico” que realiza la ruta Gijón-Nava-Villaviciosa-Tazones, y que incluyen, además del viaje el tren, visitas a emblemáticos monumentos y espectaculares paisajes, degustación de la gastronomía típica de la zona, y, cómo no, una enriquecedora inmersión en los secretos de la sidra.


Se lee en libros de historia que hace casi 2100 años el emperador romano Plinio consignó al entrar en Asturias que la bebida típica de ese lugar era la sidra, que entonces se llamaba “zytho”. En esos mismos libros se puede leer también que ese maravilloso néctar lo consumieron celtas, egipcios, bizantinos, o griegos. En lo estrictamente asturiano, los primeros testimonios documentados sobre la sidra datan de la recta final del siglo VIII, destacando por ejemplo la mención que se realiza en el testamento de Fakilo (año 793) que se guarda en el archivo catedralicio de Oviedo, en el que se indica la existencia de importantes pomaradas en el territorio de Colunga. Por último, fuera ya del territorio asturiano, algunas que otras curiosidades más como por ejemplo que el primer presidente de los EEUU, George Washington, era un ferviente consumidor de sidra; o que por ejemplo se produce sidra en la ciudad mexicana de Zacatlán, o en las provincias argentinas de Río Negro y Santa Fe, o en las chilenas Valdivia y Osorno.

Son esos algunos de los secretos de la sidra que se pueden descubrir en el sugerente “Itinerario de la Sidra” que Feve pone en marcha con el tren “Estrella del Cantábrico” durante el último fin de semana de septiembre y el primero de octubre. Así se acordó en la última edición del Feria Internacional de Muestras de Asturias celebrada en Gijón donde se firmó un acuerdo con la Mancomunidad de la Comarca de la Sidra para el desarrollo turístico de esa zona que conforman los Concellos de Bimenes, Cabranes, Colunga, Sariego, Villaviciosa y Nava, capital de esta comarca.

Estos viajes tienen precisamente en Nava uno de sus referentes en tanto que allí se visita el Museo de la Sidra, verdadera atalaya de esta cultura más que tradición que como se dijo forma parte del código genético asturiano. En ese recinto de Nava se explica con detalle todo lo relacionado con esta bebida fabricada con el zumo fermentado de la manzana, de la que anualmente se producen más de 50 millones de litros en el Principado. La sidra, que blasona todo este viaje, vuelve a estar presente en la visita a un llagar y a una quesería cuya especialidad, no podía ser de otra forma, es el queso a la sidra; y ocupa un lugar destacado en la mesa de la comida incluida en el viaje y basada, por supuesto, en la gastronomía típica de la Comarca. Tradición y gastronomía como elementos esenciales de esta propuesta pero no únicos porque como en todos los itinerarios turísticos de Feve, la historia y el paisaje tienen también una cuota muy importante de protagonismo.

En este “Itinerario de la Sidra” se visita la “villa fértil” que es el significado del topónimo de la actual Villaviciosa, en la Edad Media “Maliayo”. Un municipio cuyos orígenes se sitúan en la etapa “Asturianense” y que tomó cuerpo en el reinado de Alfonso IX, siéndole concedido el status de Villa en el año 1270 pasando a denominarse Villaviciosa en el siglo XIV. La fertilidad de sus tierras marcó su devenir siendo la sidra uno de sus emblemas, y contando además con una inagotable fuente de riqueza natural en sus 7 kilómetros de Ría que proporcionan a este municipio una importancia botánica y ornitológica de primer orden. El viaje incluye visitas al Casco Histórico de Villaviciosa y por supuesto a la Ría junto a cuya desembocadura se encuentra otro de los pueblos más bonitos de Asturias que también es visitado en esta excursión: Tazones. Una parroquia del Concello de Villaviciosa de apenas 300 habitantes que debe su nombre, Tazones, al vocablo latino de “stationem” que significa “puerto”. La leyenda no obstante ofrece otras al menos dos versiones: que el nombre de Tazones tendría su origen en los estacones a los que se amarraban las embarcaciones en su puerto, o en los tazones de leche que sus habitantes ofrecieron al emperador Carlos V cuando arribó en la villa en 1517 a causa de una tormenta que frenó su singladura hasta Santander procedente de Flandes. Sea como fuere, Tazones, desde hace muchos años, está indisolublemente ligado a la espectacular calidad de sus mariscos y pescados, a las evocadoras huellas de dinosaurios jurásicos que jalonan sus acantilados, y a la bucólica belleza de su configuración porque Tazones es un pequeño pueblín que desciende de la montaña hasta el Cantábrico.


Un ingrediente le falta a este atractivo e interesante viaje, y no es un ingrediente cualquiera sino una de las joyas más importantes de la arquitectura prerrománica asturiana y española: la iglesia de San Salvador de Valdediós, conocida popularmente como “El Conventín”. Declarada Monumento Histórico-Artístico el 3 de junio de 1931, Patrimonio Histórico Español el de 16 de junio de 1985 y Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en 1985, se desconoce la fecha exacta de su construcción aunque se atribuye al periodo de reinado de Alfonso III El Magno. Si se sabe, y así figura en una lápida de mármol, que fue consagrada en el año 892 y que tenía entonces una importancia de tal envergadura que a su consagración asistieron siete obispos. Dispone de planta basilical, totalmente abovedada con tres naves y tres ábsides de la misma anchura que las naves, y un compartimento superior sobre cada uno de ellos, y se completa con dos compartimentos laterales a la altura del crucero y un pórtico interior a los pies formado por tres compartimentos también de la anchura de las naves. Con unas proporciones de 16m de largo, 8,20m de ancho, y 8,80m de altura, los expertos coinciden en que “El Conventín” es uno de los monumentos más importantes en la historia del arte europeo porque supuso el eslabón entre el estilo Ramirense y el Arte Románico.


En definitiva, insuperables propuestas de todo tipo las de este itinerario que Feve pone en marcha a finales de septiembre alrededor de la sidra. Bebida celestial de la que el poeta bable Bruno Fernández Cepeda escribió en el siglo XVIII lo siguiente: “¡Qué sidre d’elles se fa! ¡Qué savrosa, qué dorada! ¡Y como el cuerpu calienta! ¡Como refocila l’alma!”
Textos y fotos: revista Raíles

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