No queda nada. Ya está ahí mismo. Se nota, se siente, se ve...
Los palistas velan armas. Los selleros montan campamentos, ultiman operaciones de avituallamiento, aguardan la luna previa. El Tren va perfilando su composición y su vestido.
Empieza el carrusel de los sentidos: el olor a engrase y lavado salpicado de adrenalinas entre culines de sidra; esas miradas arriba rastreando rayos de sol con los que regatear el otoño perpetuo; un remolino de sabores trenzados en pura asturianía; el tacto presto alicatado en el agua fría del Sella; los cientos de recuerdos, añoranzas, anécdotas, vivencias...., ¡la memoria desatada!
No queda nada. Ya está aquí.
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